Opinión

2022, pasos hacia el nuevo orden mundial /Vladimir Adrianza

2022, como todos sabemos, es un año que se ha iniciado con una crisis inducida desde occidente para debilitar a Rusia

2022, como todos sabemos, es un año que se ha iniciado con una crisis inducida desde occidente para debilitar a Rusia y para impedir que siga creciendo la iniciativa de la Franja y la Ruta, impulsada tanto por la Federación Rusa como por la República Popular de China; iniciativa a la paulatinamente, han ido adhiriéndose varias potencias emergentes como Irán, la India entre otros, además de algunos países que no se encuentra localizados en el continente asiático.

Dicha iniciativa ha ido incluyendo paulatinamente, el comercio con algunos países suramericanos, tal como Brasil y Argentina, y países africanos como Sudáfrica, recordando que Brasil y Sudáfrica, forman parte del grupo de los BRICS.

Por primera vez en mas de 500 años, países de la periferia occidental, han emergido y siguen emergiendo, rompiendo paulatinamente la hegemonía de las potencias occidentales, hoy encabezada por los EEUU.

Se empieza a romper la relación centro-periferia construida durante siglos por occidente, para dar paso por primera vez en la historia y en forma paulatina, a un orden económico emergente y diferente.

Ya no se trata de que, países que eran parte de la periferia de una potencia ahora sean parte de la periferia de otra, no; ahora se trata de las construcción de un orden multicéntrico y pluripolar, de mutuo beneficio entre las naciones, sin subordinación de naciones mas pequeñas o menos desarrolladas, a una potencia central que ejerce su hegemonía.

El gigante asiático, la República Popular China, constituye hoy una alternativa en materia productiva, a la que occidente se resiste a aceptar en su eventual rol no consolidado aun, como nuevo líder económico mundial. Esa gran nación, ha desarrollado un crecimiento acelerado y gigantesco en las últimas tres décadas y pese a la pandemia y a los impactos en la economía mundial producto de la crisis ucraniana, su crecimiento no parece tener freno.

Sin embargo, dicha potencia está demostrando en la práctica, algo afirmado por el Presidente Hugo Chávez; una nación puede llegar a ser una potencia mundial, sin aspirar a constituirse en un imperio, refiriéndose a China al momento de hacer pública esa idea.

Por otra parte, la Federación Rusa, aunque ha sido objeto de duras sanciones unilaterales en materia económica impuestas por occidente, no pareciera tampoco tener posiciones hegemónicas a nivel global, ni mucho menos, pretender o intentar construir un imperio en estos tiempos.

Tampoco, pareciera estar sucumbiendo a las sanciones de occidente, grupo de potencias en franco declive, que no acepta la palmaria realidad, es decir, la pérdida de la hegemonía mundial, hecho significativo que indica el nacimiento del nuevo orden global.

El año que se inició con una suerte de «revolución de colores» en Kasajistán, fue sofocada por tropas rusas en el marco del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) suscrito en 1992 por varias naciones que pertenecen al espacio ex-soviético. Ese tratado ha demostrado desde sus inicios, ser un instrumento evidentemente defensivo y no como la OTAN que es un tratado ofensivo y cuya acción refleja los intereses hegemónicos occidentales.

El OTSC, ha sido fundamental no solo para sofocar los sucesos terroristas inducidos en Kasajistán a inicios de año, sino que refuerza una interesante alianza en los momentos actuales, entre Belarus y la Federación Rusa. Esta relación, no solo ha ayudado a la defensa de la parte rusa ante las agresiones de occidente haciendo uso de Ucrania, sino que sirve de protección para la preservación de los intereses de todos aquellos pueblos ruso-parlantes, los mismos que han estado bajo agresión occidental no solo a raíz de los sucesos en Ucrania, sino desde tiempos de la Gran Guerra Patria que se conmemora en estos días.

Occidente, para la agresión a los pueblos ruso-parlantes, ha hecho uso de las corriente políticas neonazis en Ucrania, mismas que parecen diseminadas por todos los países del norte de Europa y que muestran su punta de lanza, en un continente donde la derecha pareciera haber sofocado las corrientes progresistas que allí también existen.

No fue casualidad que el conflicto en Kasajistán, se presentara en momento previos a la realización de la Operación Militar Especial rusa en Ucrania. A todas luces puede observarse que ese conflicto inducido, fue parte de las acciones occidentales para debilitar a la Federación Rusa, medir su capacidad de reacción y para crear una situación incómoda en la expansión de la iniciativa de la Franja y la Ruta, liderizada por dos de las naciones mas emblemáticas del continente asiático.

Occidente con EEUU a la cabeza, continúan invirtiendo recursos, económicos y militares, para debilitar a Rusia, es decir, aplicando sanciones y suministrando armamento al alicaído régimen político ucraniano, presidido por un comediante como Volodimir Zelensky, justamente, el tipo de gobernante que le gustaría imponer occidente a todo país del orbe. Rusia ha demostrado una afirmación del suscrito, de ser el único país del planeta, que está en capacidad de ponerle freno a la expansión de la OTAN.

En el marco de la estrategia de dominio mundial occidental, los EEUU ha planteado la iniciativa AUKUS, alianza con la que pretende crear otro frente de tensiones en el Indo-Pacífico vinculado a la OTAN, con el objeto de bloquear a China. Es muy prematuro para adelantar posibles resultados de esa iniciativa. Sin embargo, debemos decir que lo único que ha demostrado hasta el momento, es el aumento de los riesgos de desatarse una cuarta guerra mundial, misma que la humanidad en pleno, no desea.

El autor considera que el término «cuarta guerra mundial», es el apropiado partiendo de que la «tercera guerra mundial», fue lo que conocemos hoy como la «Guerra Fría» que se produjo entre 1946 hasta 1991. Esa guerra de fría tuvo poco. Sucesos como lo fueron las guerras en Corea, Vietnam, Laos, Camboya, el derribo del avión espía estadounidense U2 sobre la URSS, la crisis de los misiles en 1962 en Cuba, invasiones en el Caribe Insular, el Golpe de Estado en contra del Presidente Salvador Allende en Chile y la inefable Operación Cóndor en Sur América, entre otros acontecimientos.

El presidente Joe Biden de los EEUU, ha señalado que nace un nuevo orden mundial y que los EEUU debe liderarlo, lo que indica que las acciones que realiza esa potencia decadente en estos momentos, tiene ese objetivo. Por ahora, pareciera que la expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas, ha llegado a su tope.

Mientras Rusia da por concluida la operación de evacuación de civiles de Azovstal en Mariúpol, EE.UU. anuncia un nuevo envío de equipo militar a Ucrania y dice que «casi ha agotado» el financiamiento que puede usar para seguir proporcionando ayuda militar. Mientras tanto, el actual Jefe de la CIA, William Burns, acaba de afirmar que China está «inquieta con la incertidumbre económica» derivada del conflicto en Ucrania y saca lecciones a aprender sobre dicho conflicto y Pekín hace énfasis en que la nueva estrategia de EE.UU. para el Indo-Pacífico «amenaza con reconfigurar el entorno estratégico de China». Los riesgos de una confrontación global de altas proporciones, siguen estando presente.

Así las cosas, haremos votos por un mundo en paz, esperando que los líderes occidentales entiendan que es inevitable la pérdida de la hegemonía que han ostentado durante mas de 500 años, así como, inevitable luce ser el advenimiento de un orden mundial, no liderizado por occidente.

T/ LRDS

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