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20 años no es nada

Tiene 36 años y es, por primera vez en su vida, el piloto más viejo de la parrilla. Pero, mentalmente, quizá sea el más joven. Es Valentino Rossi, capaz de bromear con Marc Márquez durante la foto oficial de MotoGP y luego organizar una instantánea sólo con los italianos. "Marco, Marco", gritaba llamando a Melandri, que regresa de Superbikes y estaba despistado. Capaz de irse al box de su equipo de Moto3 y despedirlos con aplausos antes del primer entrenamiento de la temporada.

Pero, sobre todo, capaz de enfundarse el casco y afrontar su vigésima temporada en el Mundial. Debutó un 31 de marzo de 1996 en el circuito malasio de Shah Alam. Acabó sexto, curiosamente detrás de Emilio Alzamora, el forjador de su actual azote en MotoGP, Marc Márquez.

Era sólo el comienzo de una carrera que cuenta ya con nueve títulos mundiales, siete de ellos en la máxima categoría. Él mismo percibe el sueño del décimo entorchado más cerca que nunca. Desde 2010 no hablaba lo conseguirlo y ahora no rehúye estos comentarios, aunque con la boca pequeña.

Entonces empezó su calvario. Primero, Jorge Lorenzo le llevó al límite y Vale se cayó y se lesionó en Mugello. De hecho, ahí se perdió las únicas cuatro citas a las que ha dejado de acudir en estas 20 campañas. Luego dejó Yamaha obligado para irse a Ducati. El sueño de ganar con una montura italiana acabó con una pesadilla continua. El retorno a la casa japonesa fue laborioso. Aceptó el rol de secundario del balear hasta que el año pasado le superó. Sólo Marc se interpone en su camino hacia la perfección del 10.

Valentino odia que le llamen viejo. No le gusta mucho celebrar sus cumpleaños y, menos aún, hacerle sentir mayor. Los psicólogos lo llaman síndrome de Peter Pan. Por eso, el de Tavullia prefiere recurrir a su agudo sentido del humor para burlar el paso del tiempo. "¿Que cumplo ya 20 años en el Mundial? Entonces ya he pasado la educación secundaria, con 20 años estoy en la universidad", bromeó ante la risotada general.

Sólo se perdió por lesión cuatro citas en 2010

Ni él mismo se atreve a poner fecha de caducidad a su talento. Eso sí, promete no hacer algo similar a lo realizado por Troy Bayliss, quien regresó recientemente en Superbikes para dos citas después de ocho años retirado. "No sé por qué él volvió a correr. No es fácil regresar después de tanto tiempo. Para mí, hay que dejarlo cuando se te quitan las ganas, sino se dan situaciones como esta o como la de Michael Schumacher, cuando regresó a la Fórmula 1. No me preguntéis cuándo diré basta. ¿Qué Troy tiene 46 años? Entonces, yo a los 44", volvió a bromear.

Son las dos caras de Rossi. Por un lado, es capaz de disfrutar como un niño entrenándose cada sábado en el Ranch que se ha fabricado en su pueblo junto con los chavales de su academia de pilotos y, por el otro, es casi un hombre de negocios capaz de fichar a Maverick Viñales para gestionar su merchandising. Ya hace lo propio con el de Márquez.

En medio está el deporte, su pasión por el motociclismo, su carisma con los aficionados de todo el planeta y su infinito deseo de ganar. El que le hace reinventarse temporada tras temporada, el que le permite ser capaz de lograrlo casi todo en un mundo que no puede vivir sin él. Un mito sobre dos ruedas y ya sobre dos décadas.


 

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